miércoles, 20 de diciembre de 2017

PIAZZOLLA

Una decisión de su padre lo salvó de una muerte prematura al no permitirle que acompañara a Carlos Gardel el la gira que terminó en tragedia en la ciudad de Medellín, Colombia.
Esta historia me la envió mi amigo Juan desde Buenos Aires y por lo interesante y por el amor que le tenemos al tango en Medellín decidí publicarla.

Piazzolla a sus doce años haciendo un cameo como canillita en la película junto a Carlos Gardel.

Juan (Whoone Chito) me contó esto a través de Facebook.

"Heinrich Band, alemán nacido en 1821, creó un instrumento portátil inspirado en la concertina, con la intención de proveer de música a las pequeñas iglesias que no podían comprar ni mantener órganos o siquiera armonios. Jamás imaginó que su invento, al que con obviedad bautizó "Bandoneón", sería con el tiempo el símbolo máximo del tango. El bandoneón llegó a América del Sur a principios del siglo XX, portado por humildes expatriados europeos, y fue rápidamente adoptado por los prostibularios tangueros rioplatenses.

Un niño nacido en 1921 en Mar del Plata se alucinó con ese raro instrumento en Nueva York, donde su padre, Nonino, y su familia se habían radicado.

En el suburbio neoyorquino de Brooklyn, cerca de Little Italy y de Hoboken (...y de sus correspondientes gangsters), Astor Pantaleón Piazzolla convivía con todos los credos y razas inmigrantes. 

Cuando Nonino, ante la manifiesta capacidad de su hijo de diez años, le compró un bandoneón casi nuevo, estaba dando comienzo -sin saberlo- a una renovación tanguística fundamental.

Cerca de su casa, desde una pequeña sinagoga, requerían al pibe Piazzolla para que acompañara al jazán, el celebrante, cuando había un casamiento. Al finalizar la ceremonia, Astor tocaba solito con su bandoneón los freilaj klezmer tradicionales que había aprendido. El ritmo vivaz y la síncopa de esas 'tijeras' fueron quedando indelebles en su memoria. Esa misma memoria gracias a la cual, además de su español nativo, hablaba correctamente inglés, italiano y, por supuesto, un poco del ídish de sus vecinos y del francés créole de los negros jazzeros venidos de New Orleans.

En 1934 el padre de Astor se enteró de que estaba en New York su admirado Carlos Gardel. Talló en madera una pequeña estatuilla y se la envió con su hijo.

El cantante, agradecido, ofreció al gurrumín Piazzolla actuar en la película que estaba filmando, "El día que me quieras": le dieron un pequeño papel de canillita.

Gardel, impresionado por la desenvoltura del jovencito, unida a su habilidad musical y su dominio de varios idiomas, le ofreció un contrato para que lo acompañara en la continuación de su gira por América.

Don Nonino se opuso y, cosas del destino insondable, salvó así a su hijo del desastre aéreo de Medellín donde perdió la vida todo el grupo de artistas."


Complemento la historia con este texto extractado del blog Todo Tango.
Ástor Piazzolla

«Conocer a Gardel fue cosa de mi padre que lo admiraba. Un día hizo un muñeco de madera —tallar fue otra de sus pasiones—, me empilcharon bien y me mandó a los departamentos de Bellas Artes, donde vivía Gardel en la calle 48, en Broadway, para regalárselo. Era un gaucho con una guitarra y tenía una cara un tanto goyesca.

«Fui con la condición que me diera dos fotos con su firma, para mi padre Vicente y para mi madre. Cuando llegué no entré por la puerta. En el ascensor me encontré con Alberto Castellanos que venía con dos botellas de leche. Le pregunté donde iba, como no sabía hablar en inglés me respondió en castellano:

—¡Ah! Usted habla español.
—Soy argentino, me contesta.
—Y yo también.
—Uuuy, me venís muy bien pibe, me olvidé las llaves y no puedo entrar. Haceme el favor, andá por la escalera de incendios y entrá por la ventana, hay un señor que está durmiendo, él es Gardel, despertalo y decile que me abra la puerta.

Piazzolla en cine junto a Gardel y T, Lusiardo

«Yo tenía 13 años y me resultó una pavada. Lo desperté, pero no era Gardel. Era Alfredo Le Pera, que tenía muy mal carácter. En otra cama estaba Gardel, él era otra cosa. Enseguida me preguntó:

—¿Quién sos?
—Soy un pibe argentino que vive acá.
—¡Qué maravilla!

«Y cuando agregué que tocaba el bandoneón casi se muere. Desayuné con ellos, café con leche y un budín con pasas que mandó a comprar. Casi un año estuve junto a él. Yo hacía de traductor cuando iba a tiendas importantes a comprarse mucha ropa, andaba con bastante dinero.

«Un día ofreció un asado que él mismo hizo y allí toqué el bandoneón, pero no tangos. Cuando me atreví con algunos, me dijo: “¡Pibe, tocás una maravilla, pero haciendo tangos tocás como un gallego!”. Comimos juntos varias veces, siempre en el mismo lugar, en una cantina en el Greenwich Village que se llamaba Santa Lucía, hoy ese local cambio de nombre, es Puerto Rico. Y también vino una tarde a casa, fue un te y mamá preparó buñuelos».

Nota a Astor Piazzolla extraída de La Opinión Cultural, efectuada por Carlos Rodari y escrita por Julio Ardiles Gray y Blas Matamoro, publicada el 30 de mayo de 1976.

La carta imaginaria de Pazzola.

Cuando tenía catorce años, Piazzola le escribió esta carta al ya fallecido Gardel:

"Querido Charlie: ... Jamás olvidaré la noche que ofreciste un asado al terminar la filmación de El día que me quieras. Fue un honor de los argentinos y uruguayos que vivían en Nueva York. Recuerdo que Alberto Castellano debía tocar el piano y yo el bandoneón, por supuesto para acompañarte a vos cantando. Tuve la loca suerte de que el piano era tan malo que tuve que tocar yo solo y vos cantaste los temas del filme. ¡Qué noche, Charlie! Allí fue mi bautismo con el tango. Primer tango de mi vida y ¡acompañando a Gardel! Jamás lo olvidaré. Al poco tiempo te fuiste con Lepera y tus guitarristas a Hollywood. ¿Te acordás que me mandaste dos telegramas para que me uniera a ustedes con mi bandoneón? Era la primavera del 35 y yo cumplía 14 años. Los viejos no me dieron permiso y el sindicato tampoco. Charlie, ¡me salvé! En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el arpa. .."

Ástor Piazzolla